martes, 21 de junio de 2011

Humanizando empresas

Toda empresa tiene como objetivo fundamental el obtener ganancias. Para producirlas requiere de la participación activa de una variedad de recursos. Pero entre todos ellos, uno acaparará el gran protagonismo: el recurso humano.

Sí. En definitiva toda empresa es un conjunto de personas coordinadas y direccionadas para efectuar diversas actividades a lo largo de una cadena productiva, que originará determinados resultados.

La eficacia y eficiencia con la que cada persona desarrolle sus tareas, tendrá una repercusión directa en esos resultados. Esto no es novedoso. Se conoce ampliamente la importancia del factor humano y su influencia en el rendimiento final.

Las grandes corporaciones suelen contar con políticas de recursos humanos, programas de motivación, de capacitación y de integración, planes de carrera, etc., etc.

En el otro extremo, nos encontramos con las pequeñas empresas o incipientes emprendimientos que aún no han incorporado estos temas a sus agendas.   No obstante ello, dichas empresas suelen no presentar mayores inconvenientes, en virtud de tener un trato muy directo con el personal y una relación estrecha basada en el mutuo conocimiento y la confianza. Asimismo, suelen posibilitar el crecimiento de la gente a medida que crece el negocio, lo cual favorece mantener un grado de compromiso y motivación apropiados, aún con altibajos.

Posiblemente, el más complicado sea el caso de las PYMES, donde la lucha por mejorar la posición competitiva y dar un salto de crecimiento suele ocasionar más de un conflicto interno. Las compañías pujan por crecer y reclutan desde afuera ejecutivos para puestos jerárquicos y consultores gurúes. Sobrevienen las sensaciones de exclusión, de marginación, falta de reconocimiento e "injusticias". La presión de la inmediatez de los números se acrecienta y la presión baja a los mandos medios y al personal de planta. "Producir más".  "Vender más". "Bajar los costos"... Los de arriba no están satisfechos; los de abajo, tampoco... El personal se cansa, rota, se va. Los resultados no llegan y las estrategias se cambian y con ellas, también el personal. El hastío, la no pertenencia y la desmotivación crecen al ritmo del agobio, el malhumor y la presión, generando cada mez mayor tensión y peores rendimientos.

Sí: presión y motivación no son precisamente sinónimos. Quien los confunda equivocará penosamente el camino.

Las empresas están vivas porque están integradas por personas. Humanizar las relaciones y exigencias con el personal, redundará en la mejor calidad de vida de ambos, de los empleados y los empleadores. De la gente y las empresas.

Mejor calidad de vida=mejor calidad de trabajo=mejores rendimientos=mayor rentabilidad.

Es mucho lo que se puede hacer para humanizar las empresas y sus relaciones, y no todo está ligado a grandes sumas de dinero... Parece complejo, pero realmente lo es?

Nos estamos encontrando con más ayuda emprendedora...
Graciela M. Losada
Para Ger Ayuda

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