Tentadora sí… pero ¿salvadora? No, no siempre.
Cada socio potencial tiene algo de mayor o menor significancia que aportar: capital para financiamiento, cartera de clientes, contactos de gobierno, relaciones con proveedores, capacidad de trabajo, conocimientos, títulos, trayectoria o talentos específicos, etc. Todo esto es importante y sirve, pero ¿alcanza?
Definitivamente NO.
Un socio debe necesariamente complementarnos, pero también necesariamente, debe compartir y comulgar una serie de elementos comunes. Por lo tanto, para realizar una selección adecuada, será de fundamental importancia el análisis de una serie completa y compleja de componentes.
A cada uno de esos componentes, consciente o inconscientemente, le asignamos un orden de magnitud. Hay componentes que son negociables porque tienen un peso específico no preponderante y generalmente, suelen tener que ver con nuestras preferencias, pero hay otros que son no-negociables. Sí, hay factores que son relevantes y no son negociables porque tienen que ver con los valores personales.
Cada individuo construye internamente su escala propia de valores. Será de gran utilidad tratar de traducir esa lista en palabras sobre un papel y revisarla al momento de elegir un socio comparando los puntos de coincidencias y la brecha de dispersión entre ambos.
Prepare una lista de lo que SI debe ser o tener y lo que NO puede ser o tener. Escriba sin filtro y sin piedad. Abstráigase por un segundo de la persona en sí, y piense con frialdad cuáles son los valores fundamentales que para usted no admiten discusión alguna.
Una vez que tenga las listas completas, empiece a ordenar el nivel de importancia de cada uno de los ítems registrados. Eso le ayudará a determinar el grado de contundencia de cada uno de los valores y la posibilidad de que algunos de estos ítems puedan o no ser negociables, y en caso de serlo, si existen condicionantes bajo los cuales pueden ser aceptables.
Observará mientras realice esta tarea que, probablemente los primeros 3 o 4 primeros valores indicados en su lista de los SI, ni siquiera admite un cambio de orden; mientras que del 4 o 5 en adelante, posiblemente pudiera aceptar un cambio en la escala de prioridad.
Tal vez usted pueda creer que esto no es tan relevante. Pero, permítame decir que sí, que es absolutamente relevante. Porque los valores personales no pueden ser compensados ni substituídos por ninguna habilidad ni competencia, no pueden ser subcontratadas ni tercerizadas.
Su socio tal vez podría no tener destrezas para las Finanzas y eso para usted podría no ser prioritario, pero si su socio fuera una persona vanidosa, soberbia y egocéntrica y estas fueran características intolerables para usted, olvídelo, la sociedad no podría funcionar por más que él contribuya con millones al emprendimiento.
Y hablando de aportes, piense que el aporte a una sociedad debe estar en equilibrio y ser equitativo. Si existen grandes disparidades, tarde o temprano vendrán los reproches, los enfrentamientos o los excesos de poder.
Elegir un socio para nuestro emprendimiento es lo más parecido a elegir una pareja con quien se proyecta tener un hijo. Si pusiéramos en una lista los componentes negociables y los no-negociables que deberían tener tanto una pareja como un socio, nos sorprendería la similitud en las coincidencias.
Recuerde que nunca estará totalmente sólo. Hay muchos profesionales y servicios de soporte ejecutivo que pueden ayudarlo en su emprendimiento y acompañarlo a emprender. No se embarque en una sociedad inequitativa o dudosa sólo por no transitar el camino en solitario.
Nos seguimos econtrando con más ayuda emprendedora...
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