Argentina, en ese afán de emular modalidades exitosas de otros países, ha importado grandes cuotas de comunicación invasiva. A esta práctica, ya de por sí antipática muchas veces le ha adicionado el agravante de tratarse de modalidades antagónicas con los comportamientos de consumo local.
• Campañas compulsivas de faxes que te llenaba de papel el escritorio y te consumían todo el papel y la tinta.
• El telemarketing, tan eficaz en otros países como Estados Unidos y sin embargo, tan rechazado por la gran mayoría de los usuarios telefónicos que sufren su acoso. Voces extranjeras que llaman a cualquier hora del día y de la noche, para ofrecerte servicios fúnebres, emergencias médicas tarjetas de crédito, ofertas de celulares, servicios de internet y hasta psicólogos para tu mascota…
Y algo todavía peor: sistemas automáticos programados que te hacen salir de la ducha al borde del infarto y te sorprenden con un mensaje pre-grabado que intenta convencerte de que compres cualquier cosa que VOS no pediste.
• El E-mailing, y una zona peligrosa que puede decantar rápidamente en el spaming. Hoy ya nadie, o casi nadie, abre un mail de una dirección desconocida y sin embargo, siguen llegando cataratas de mensajes indeseados.
• Pero pronto llegarían los SMS. En cualquier momento, no importa donde estés, ni con quién, ni haciendo qué, tu celular va a recibir mensajes promocionales queriendo venderte algo que a vos NO te interesa o a lo que NO podés atender en ese momento.
• La tecnología avanza y las malas prácticas se expanden a todas ellas. Surgieron las redes sociales. Una maravillosa herramienta que refleja nuevas realidades y explora nuevas opciones. Pero alguien quiso más, se le ocurrió y nació otra práctica abusiva: El etiquetado masivo (tag).
- Evitá el uso de los tags en Facebook. Etiquetá sólo cuando se trata de una foto donde aparece la persona (ese es el objetivo del tag) o una nota donde se hace algún tipo de mención directa o indirecta a la persona/empresa.
- Usá las herramientas a discreción. En envío diario de información diversa o inconexa a una misma persona puede llegar a saturarla y así terminar descartando todo lo que le envíes.
- Segmentá. No todas las personas quieren, esperan o gustan de lo mismo.
- No olvides quién es tu cliente, qué quiere, cómo compra y cuáles son sus preferencias.
Y fundamentalmente: “No hagas lo que no te gusta que te hagan”. Porque el sentido común no falla.
Nos seguimos encontrando con más ayuda emprendedora..
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